Bayahíbe: Historia del turismo sostenible

Martes, 20 Agosto 2019

Bayahíbe es una palabra indígena compuesta por “Baya”, nombre que se le daba a un molusco bivalvo, parecido a las almejas, que se encuentran pegados a las rocas o a las raíces de los mangles; mientras que “Jibe” o “Hibe” corresponde al nombre que recibía una especie de cedazo fabricado con palitos que se utilizaba para tamizar la harina de yuca durante el proceso de la elaboración del casabe.

Bayahíbe, tierra de manantiales de agua frescas y dulces, con una bahía excelente para ser utilizada como puerto; abundancia de arrecifes coralinos poblados por peces, moluscos y crustáceos, recibió por primera vez la visita de los europeos en 1494, cuando Cristóbal Colón venía de explorar las islas de Cuba y Jamaica, y durante el transcurso de su segundo viaje a América, decidió reconocer la costa sur de La Española.

Fundada en 1874 por Juan Brito y su familia, de origen puertorriqueño, esta pequeña comunidad se dedicó a la pesca y la caza de jabalíes en los terrenos que hoy albergan el Parque Nacional Cotubanamá.

Sus aguas cristalinas y tranquilas son perfectas para el buceo, con un atractivo especial para expertos en ese deporte. Bayahíbe tiene variaras cavernas, y una de ellas es “La Cueva del Chicho”, una de las subterráneas más destacadas del país.

Otra caverna que tiene el lugar es “La Cueva del Puente”, que cuenta con una cámara de tres niveles con estalactitas, estalagmitas, pictografías taínas y murciélagos.

El sendero de la cueva está ubicado aproximadamente tres kilómetros al sur de la entrada del Parque Nacional Cotubanamá, y toma alrededor de 30 minutos alcanzarlo a través de un bosque tropical repleto de aves y lagartos. Las gigantescas cavernas cuentan con partes oscuras, mientras que en ciertas secciones hay orificios que dejan pasar la luz del día.

Bayahíbe posee un símbolo especial, sus tierras son dueñas de la Rosa de Bayahíbe (Pereskia quisqueyana alain), que pertenece a la familia de las cactáceas, y es uno de los pocos cactus que tiene hojas; originaria exclusivamente de este lugar.

Esta rosa, que mide hasta seis metros de altura, con el tronco revestido por numerosos grupos de espinas que brotan de un mismo lugar llamados areolas.

Mediante la Ley 146-11, la Rosa de Bayahíbe es declarada Flor Nacional de República Dominicana.

 

En este pueblo, encontramos un monumento dedicado a los restos del barco pirata “La Cara Mercante”, comandado por el capitán William Kidd, que fueron descubiertos fuera de la isla Catalina en 2008, tras este haberlo abandonado en 1699, con la finalidad de limpiar su nombre de cargos de piratería.

Bayahíbe era un pueblo alejado de la civilización, su vía de comunicación era el mar; sus pobladores se transportaban en pequeños botes de vela que fabricaban los artesanos locales.

Las riquezas de sus aguas ofrecían una gran cantidad de peces, siendo la pesca la única actividad comercial que podían desarrollar para poder sostener a las pocas familias que residían para la época.

Había unas 20 casas en la comunidad, pero abundante comida; la riqueza de sus aguas y sus tierras eran su soporte.

A principios de los 70, los pescados eran llevados a La Romana para la venta; la travesía era de muchos riesgos, porque como nos cuenta José Brito Rijo, nativo de Bayahibe, hoy empresario turístico, todo dependía del viento.

”La vida era dura en aquella época, nosotros salíamos con la pesca en esos botes, rogándole a Dios que el viento nos favoreciera para llegar a La Romana y vender la pesca, porque si el viento no estaba a nuestro favor, el pescado se dañaba; y estando allá en La Romana, a veces teníamos que amanecer y espera que el viento nos trajera de nuevo”, comentó Brito.

El desarrollo turístico de Bayahíbe llegó cuando se construye la carretera en 1977 que se dirigía al Hotel Dominicus; los pobladores aprovecharon, y construyeron un camino de casi dos kilómetros para llegar a la comunidad.

 

El paraíso turístico llamado Bayahíbe

Con apertura de la carretera y el camino vecinal en 1977, Bayahíbe empieza a cambiar, pues empezaron a llegar los visitantes, cautivados por la hermosa bahía y la tranquilidad de sus aguas.

Los pobladores aprovecharon de inmediato la visita de turistas nacionales y extranjeros, para ofrecer lo que había, un paseo en bote a remos por los extensos manglares, un pescado frito a leña o empanadas de yuca (catibia) de mariscos frescos, pues no tenían como guardarlos, porque no había energía eléctrica.

Con el paso de tiempo, el auge de los turistas requería la adquisición de motores para los botes, y así brindarles servicios de mayor calidad.

José Brito Rijo, pionero en paseos en botes, narra que sus primeros clientes los obtenía de los turistas que llegaban al Hotel Dominicus, que bajo contrato ofrecía el recorrido a las barreras de los corales, desaparecidas por las fuertes olas del huracán George en 1998.

“En 1990, decidí independizarme, y junto a mi socio de ese entonces, Miguel Antonio Rijo, hoy presidente de la Asociación de Propietarios de Lanchas de Bayahíbe (APLABA), emprendimos una empresa que fue la primera en transportar turistas a la isla Saona”, comenta Brito Rijo.

“Fueron muchos los trabajos que pasamos con nuestras familias para adecuar el lugar donde llevaríamos los turistas; nos íbamos todos los días con un personal a limpiar, y cuando llegábamos aquí al pueblo, las personas se burlaban, preguntado que si los haitianos eran los turistas”, expresó.

Hoy, el pueblo de Bayahíbe recibe más de dos millones de turistas al año, de los cuales la mayoría llega a la isla Saona.

Según las estadísticas del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en 2018, se embarcaron en la isla Saona un millón 773 mil 323 turistas, siendo extranjeros un millón 276 mil 218, y 497 mil 105 dominicanos.

Hasta junio de 2019, se habían recibido en la playa de Bayahíbe más de la mitad del año pasado, con un total de 960 mil 119 visitantes (696 mil 245 extranjeros y 263 mil 874 dominicanos).

Por el acceso de cada turista, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales vende un cintillo a la empresa que transporta los pasajeros a la isla Saona, a un costo de 250 pesos.

Bayahíbe es un distrito municipal, con unos dos mil habitantes, y un nivel de empleo que asciende casi igual a la de su población, personas que viajan a diario de diferentes partes de la zona, y que gracias a empresas como la de José Brito, encuentran el sustento de sus familias.

Bayahíbe Aquatic Tuors es la empresa que creó José Brito en 1995, y cuenta actualmente con 40 empleados, oriundos de Benerito, Chavón, La Romana, Higüey y San Rafael del Yuma.

“Tengo una flotilla de 15 embarcaciones de diferentes tamaños, operamos todos los días, pues recibimos un promedio de 250 turistas diarios, y cobramos 1,300 pesos por persona”, manifestó.

 

La Asociación de Propietarios de Lanchas de Bayahibe (APLABA)

Agrupa a más de 40 propietarios de botes, nacidos en la comunidad de Bayahíbe, y su funcionamiento es preservar y dar apoyo a cada uno de sus miembros.

“Si a uno se le daña un motor o tiene un fallo, nosotros tenemos fondos para prestarle a ese compañero, y que resuelva ese problema, para eso tenemos una cuota establecida”, expresó el presidente de APLABA, Miguel Antonio Rijo.

“Hoy, podemos decir que esta comunidad nos ha dado el sustento, gracias al desarrollo y al trabajo de cada uno de sus miembros; el pueblo de Bayahíbe es de gente de trabajo, y se muestra en cada uno de sus munícipes”, añadió.

Bayahíbe es un polo turístico que genera más de 4,000 millones de pesos al año, producto de la riqueza natural que posee. Sus pobladores aprovecharon estas bondades para crear el pueblo encantado que hoy exhiben, y que ha sustentado a las familias de esta localidad del este de República Dominicana.

 

Fuente: elnuevodiario.com.do